domingo, 6 de julio de 2014

La España del siglo XVIII.

 10.1. La guerra de Sucesión y el sistema de Utrecht.
La muerte sin descendencia de Carlos II (1700) provocará el estallido de la Guerra de Sucesión a la corona española. Carlos II otorgó el trono a Felipe de Anjou, nieto del rey francés Luis XIV. Excepto Francia, el resto de grandes potencias no aceptan el testamento por el temor a una posible unión de las dos coronas que acabe con el equilibrio europeo. Austria, Inglaterra y Países Bajos proponen como candidato al Archiduque Carlos de Habsburgo. En España también es evidente la división: la Corona de Castilla es partidaria del candidato Borbón por su apuesta por las políticas centralistas y de reparto de cargas fiscales; la Corona de Aragón apoya al candidato Habsburgo, partidario del respeto a los fueros.
La guerra civil comenzó cuando en 1705 la Corona de Aragón nombró rey al archiduque Carlos. La victoria de las tropas de Felipe de Anjou en la Batalla de Almansa (1707) provocó el dominio Borbón sobre Aragón y Valencia. La guerra acaba, a nivel europeo, cuando en 1711 el archiduque Carlos es elegido emperador de Alemania; Inglaterra teme entonces el excesivo poder de los Habsburgo y presiona para alcanzar un acuerdo de paz. En España la guerra finaliza con la victoria de Felipe V tras una dura resistencia de Cataluña y de Mallorca (1715).
El nuevo monarca Felipe V tuvo que hacer importantes concesiones en el Tratado de Utrecht, para lograr la paz con el resto de naciones: Renuncia expresa a todo derecho a la sucesión francesa; pérdida de los últimos territorios españoles en Europa (Nápoles, Milán, Flandes y Cerdeña a Austria; Gran Bretaña recibe Menorca y Gibraltar); España pierde el monopolio comercial con América (el derecho de asiento queda en manos británicas, que además obtiene el llamado navío de permiso).
10.2. La España del siglo XVIII: Cambio dinástico. Los primeros Borbones.
La muerte sin descendencia de Carlos II de Habsburgo (1700) y la posterior guerra de Sucesión provocó el ascenso al trono de España de una nueva dinastía los Borbones. El cambio dinástico supondrá importantes transformaciones en la estructura del estado. Así, se reforma y moderniza la administración apostando por la centralización (Decretos de Nueva Planta); también se refuerza el poder real y se apuesta por el fomento de la actividad económica.
El primer Borbón fue Felipe V (1700 – 1746) es el monarca español con un reinado más prolongado, aunque por problemas mentales tuvo que abdicar en 1724 en su hijo Luis I. La temprana muerte del nuevo rey provocó que regresara al trono. El reinado de Felipe V se caracterizó por la centralización y el intento de revisar el Tratado de Utrecht. Su segunda esposa, Isabel de Farnesio, le impulsó a una política exterior agresiva que supuso para España la recuperación de los territorios de Nápoles y Sicilia; allí reinaría el futuro Carlos III.
Fernando VI reinó tras la muerte de su padre en 1746 y hasta 1759. Estableció una política de neutralidad en el exterior. Su secretario más importante fue el Marqués de Ensenada que buscó la reordenación de la Hacienda; el llamado “Catastro de Ensenada” trató de implantar un impuesto único que no se llevó a cabo por la oposición de los privilegiados. Además mejoró las relaciones comerciales con las colonias americanas gracias a un amplio programa de construcción de barcos. Sus medidas de renovación intelectual como la creación de la Academia de Medicina o los viajes científicos abrieron el camino para la llegada del despotismo ilustrado con el siguiente Borbón, Carlos III.



10.4. La práctica del Despotismo Ilustrado: Carlos III
Durante la segunda mitad del siglo XVIII se pone en práctica una nueva forma de gobierno el despotismo ilustrado que trata de conciliar el absolutismo con las ideas de la ilustración “Todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Carlos III y sus ministros reformistas (Conde de Aranda, Campomanes, Conde de Floridablanca, etc.) pretenden modernizar el país, desde arriba, reformando la sociedad, la economía e incluso sus costumbres. Realizaron importantes reformas comerciales como la autorización del libre comercio con América, suprimiendo el control de la Casa de Contratación; también se inició la colonización de zonas deshabitadas en Sierra Morena, y se realizaron notables reformas urbanísticas y de infraestructuras. Así, se creó una red radial de carreteras desde Madrid hacia la periferia peninsular, se crearon establecimientos de correos y postas o se construyó el canal de Castilla. En Madrid se impusieron disposiciones para limpiar, alumbrar y empedrar Madrid. La industria se estimuló mediante la creación de fábricas reales de artículos de lujo (tapices, porcelanas, relojes). Se trató de mejorar la Hacienda Pública mediante la obtención de nuevos ingresos mediante la creación de la lotería (Esquilache) o la emisión de vales reales por el Banco de San Carlos (antecesor del Banco de España). En agricultura, el ilustrado Jovellanos denunció la mala distribución de la tierra y el problema de la amortización o “manos muertas”. Frente a la Iglesia se intentó una política de control (regalismo) que en la práctica supuso la expulsión de los jesuitas.
Los ilustrados estimularon la educación y la ciencia, claves para el progreso. Así se crearon las Sociedades Económicas de Amigos del País para la difusión y puesta en práctica de nuevas teorías económicas. Además es ahora cuando se crean las Reales Academias y centros de investigación como el Jardín Botánico o el Observatorio Astronómico.
 10.5. Evolución de la política exterior en Europa
La llegada de los Borbones supone un cambio generalizado en la política exterior española. Las duras condiciones territoriales que impuso el Tratado de Utrecht provocarán el acercamiento de España a Francia, enemiga tradicional. Ambos países terminan alcanzando una alianza tanto por compartir dinastía como porque Inglaterra se había convertido en el gran rival dado su crecimiento colonial. La alianza fue conocida como los Pactos de Familia, se firmaron tres (1733, 1743 y 1761) y se trataba de acuerdos de ayuda y defensa mutua.
1733 Recuperación del reino de Nápoles y Sicilia
1743 Recuperación del Ducado de Palma.
1761 Intervención en América.
Con Felipe V e impulsada por Isabel de Farnesio, España inicia una política agresiva que culminará con la recuperación de Nápoles, Sicilia y el Ducado de Parma. Con la llegada al trono de Fernando VI (1746 – 1759) España opta por una política de neutralidad que provocará el acercamiento a Inglaterra, Portugal y la Santa Sede. Durante el reinado de Carlos III, España recupera su protagonismo exterior. Se firmó el Tercer Pacto de Familia, convirtiéndose España y Francia en firmes apoyos de las colonias norteamericanas en su lucha por la independencia  frente a Inglaterra. España recuperará los territorios de Menorca y de la Florida, en el Tratado de Versalles.
Finalmente, con el estallido de la Revolución Francesa (1789) España (ya bajo el reinado de Carlos IV) participará en las “Guerras de Coalición” (1793 – 95), que tratará de acabar con la Francia revolucionaria y devolver el trono francés a los Borbones.
10.6. La política borbónica en América
Durante el siglo XVIII la nueva dinastía Borbónica emprenderá políticas encaminadas hacia la defensa del territorio imperial y al mantenimiento del monopolio comercial con las colonias. En el ámbito territorial destaca la creación de dos nuevos virreinatos (Nueva Granada y Río de la Plata) que se suman a los ya existentes (Perú y Nueva España). Además se crean cuatro Capitanías Generales.  Además se creó un ejército regular permanente formado mayoritariamente por sectores de la sociedad americana, donde los criollos ocupaban los puestos de mando.
En el ámbito económico destaca la creación de algunas compañías comerciales (Ej. Compañía Guipuzcoana de Caracas) que tratan de romper con la escasez de suministros y el aislamiento de buena parte del territorio americano. También se suprimió el tradicional sistema de flotas y galeones y se estableció el sistema de registros. Posteriormente los decretos de 1765 y 1778 autorizaron el libre comercio directo, suprimiendo el monopolio de Cádiz, esto fue un gran estímulo para la industria y el comercial, en especial para Cataluña.
La política reformista borbónica logró mejorar el control sobre América, aumentó el comercio pero, pese a ello, no pudo evitar el crecimiento del contrabando. El mercado americano era excesivo para la escasa industria peninsular y el comercio ilegal extranjero aumentó.


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